Aquí sigo yo, escuchándote piar. Apoyadito en mi ventana con la mirada perdida en las nubes blancas, mientras escucho tu sonora melodía. Me encanta y te quiero para mi, tan chiquitín, con esos colores tan bonitos y esa capacidad para dejarme encandilado con tu canto.
Si realmente lo hiciera, el tenerte aquí conmigo en mi cuarto, ¿Qué clase de monstruo sería? Evidentemente no te faltaría la comida más cara de la pajarería, y no tendrías que beber de esos asquerosos charcos de la urbe, tendrías tu biberón de agua clara todos los días a tu disposición. Pero no serías el de siempre.
Me gusta escucharte en la rama del árbol del parque, poder verte al lejos y reconocer tu canto de entre los demás pájaros del lugar. Me gustas libre, bello, radiante de felicidad. ¿Qué ganarías si te encierro en una jaula? Estarías triste, apagado, se te ennegrecerían los colores y seguro que perderías tu canto. No te gustaría el no tener más que dos palitos donde saltar, sin poder estirar las alas, sin poder acompañar al resto de la bandada en la rama. A diferencia de mi, tú eres libre y si algún día te pierdo, ¿Qué le voy a hacer? Prefiero que puedan disfrutar contigo más niños como yo, a enjaularte en un acto de egoísmo y que acabes muriendo triste y solo, en una jaula de barrotes de oro.
Quique Jiménez Almagro, @AkaJito7
No hay comentarios:
Publicar un comentario